Hay que recordar que en México, la transición verdaderamente democrática comenzó con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México en 1997 y se consolida cuando Vicente Fox, en el año 2000, gana la Presidencia de la República.
Ningún líder, ninguno en el México contemporáneo, ha tenido la capacidad de construir un partido político en cuatro años, ganar la Presidencia y la mayoría en ambas cámaras. Eso lo logró AMLO.
La del 2018, fue la elección presidencial con mayor votación para un candidato en la historia de este país y la primera vez que en tierras mexicas ganó un proyecto de izquierda (su discurso y política contra la desigualdad sitúan a AMLO de ese lado del espectro ideológico, aunque en otros temas es muy conservador).
Andrés Manuel López Obrador obtuvo 30 millones 113,483 sufragios, arribando al poder con una aplastante mayoría de la votación, como consecuencia de un genuino hartazgo de la población con la corrupción y prepotencia del pasado, así como del desprecio de los gobiernos anteriores hacia los grupos sociales carentes de lo mínimo necesario para tener una vida digna.
El oriundo de Macuspana, Tabasco enarboló la bandera de una cuarta transformación esperanzadora para millones de mexicanos.
Hay que reconocer también, que la 4T es un proyecto político con tintes casi religiosos y que no es una norma constitucional, como quieren hacerla parecer sus impulsores.
Lo cierto es que el Presidente AMLO marca diariamente la agenda política de este país, con infinidad de distractores matutinos, que saca de la chistera a voluntad; promoviendo la polarización y la división en vez de la eficiencia política y el consenso social, confundiendo la mayoría democrática, con el pensamiento único.
La polarización ha sido una constante que pone en entre dicho la autonomía de instituciones muy importantes y necesarias para lograr brincar el “ya merito” del desarrollo sostenido. Y ya llegamos al tercer año. México es un país de instituciones, y, sin duda su debilitamiento nada abona a una democracia en proceso para de verdad convertirla en lo que debe ser: un sistema de vida con oportunidades para todos.
A tres años de gobierno podemos constatar, no obstante, los estragos de una galopante y mortal pandemia, una estabilidad económica prendida con delgados hilos que por momentos parecieran romperse.
Entonces, tratar de imponer la visión trasnochada de una ideología nacionalista del siglo pasado, solo estorba a este país, que de verdad tiene otros temas mucho más importantes en que pensar y que resolver; sobre simplificar es un grave error, cada asunto es plenamente multifactorial.
Se reconoce la recuperación del salario mínimo que tenía años sin crecer en los porcentajes logrados por este gobierno. Esta decisión ha producido la recuperación momentánea del poder adquisitivo de la clase trabajadora.
Reconocimiento aparte, tiene el apoyo que los programas sociales brindan a los adultos mayores, a los jóvenes y a las personas que padecen algún tipo de discapacidad.
Sin embargo, para muchos expertos se han tomado decisiones inhibidoras de la inversión y el apoyo a las micro y medianas empresas que han sufrido mucho más los efectos secundarios de la pandemia.
Sin el contrapeso estratégico del poder legislativo, la ineficaz reasignación del gasto público amenaza con acrecentar el universo de la pobreza que por lo pronto se calcula, tuvo un incremento promedio de 5.5 millones de nuevos pobres.
Cierto es que la pandemia del COVID-19 agudizó problemáticas sociales heredadas de un pasado reciente. Y esta amenaza latente, no estaba contemplada en el proyecto de la 4T. La evaluación de la estrategia para combatirla, desterrarla o por lo menos encapsularla, sí corresponde a este gobierno: La retórica no cabe en la ciencia.
A mitad del camino, ya podemos evaluar la realidad de los avances o retrocesos de los pilares de la 4T: combate a la pobreza, la corrupción, la impunidad y la inseguridad. Los ciudadanos sí necesitamos de esperanza, pero la realidad exige resultados.
Cornelius Castoriadis, filósofo greco-francés (1922-1997), decía que la política es un oficio curioso, porque ella presupone dos capacidades que no tienen ninguna relación intrínseca.
La primera consiste en llegar al poder, uno puede tener las mejores ideas del mundo, pero si no se accede al poder, no sirven para nada.
La segunda capacidad, decía el también filósofo y sociólogo, consiste en que una vez que se conquistó el poder, se debe saber gobernar…
En un inexplicable momento político en que la popularidad de este gobierno está muy por encima de su eficiencia, a 3 años de su aplastante victoria electoral y frente a la cuádruple pandemia que nos agobia: sanitaria, económica, de seguridad y social, pareciera que el Presidente AMLO supo de donde sacarnos, pero como que no sabe a dónde llevarnos.
Así es punto que aplaudir y puntos que guardar el aplauso. La pandemia fue un escalón de oportunidad para quienes estaban preparados,.En cuestión de atención médica es el peor punto que tenemos en el actual gobierno que creo que vale la pena por mucho analizar. Saludos y un fuerte abrazo líder
Excelente reflexión, coincido en que muchas de las promesas de campañas no fueron cumplidas, el sector magisterial de las nuevas generaciones somos de los más afectados, con una reforma educativa que continúa con los mismos lineamientos diferente nombre.
Excelente ser humano eres un gran líder gente como usted mtro necesitamos como dirigentes
Conozco poco o casi nada de
La 4T, pero si puedo afirmar que es una mascarada donde se disfrazan los más altos desmanes de políticas públicas falaces, enarboladas por un mecías en decadencia. Pero no coincido contigo, saco a 30 millones de
Mexicanos de un aparente martirio, pero si sabe a donde
Llevarlos y de seguro es al despeñadero. Pero sin peña.