El símbolo cooptado por la propaganda

JibCreativo
Oct 7, 2020 Allaen Matthew, Opiniones 0 Comentarios

Decía Yuval Noah Harari que los seres humanos, es decir los Sapiens, tenemos la capacidad de crear relatos, cuentos, y “ficciones” en los cuales creer para poder cooperar como sociedad; participar en rituales simbólicos para distribuir funciones en beneficio de la organización colectiva. Un ejemplo de un relato exitoso es la descripción de la existencia de una deidad, de ahí la creación de religiones que promueven la acción colectiva. Se crean santuarios, se celebran rituales y hasta se generan pagos para el sostenimiento de la iglesia en cuestión. De hecho, la creencia en la moneda (el dinero), decía Harari, es otro ejemplo de lo que implica el poder del “pensamiento intersubjetivo” que posee el homo sapiens. Si yo no le otorgo un valor especial a un pedazo de papel con la imagen de Benito Juárez, este no tiene ningún valor, pero si todos creemos en su valor, podremos generar una dinámica social de intercambio comercial. Una cultura prevalece en tanto existe un consenso común de ciertos significados.

En política, es usual que se busquen símbolos para legitimar la acción gubernamental, la desaprobación de una agenda, o el impulso a una idea que acabe por materializarse en ciertas transformaciones de la sociedad. La revolución francesa, estuvo llena de simbolismos. De tal forma, el símbolo en los asuntos públicos es un elemento central. Pero hay un problema que acecha a las democracias de nuestro siglo: El marketing. O como ya es recurrente escuchar en México, la propaganda.

En nuestro país, el caso más representativo de cuando un símbolo es cooptado por la propaganda es la mal llamada venta del avión presidencial. Y es que, para la propaganda, para el marketing, para la publicidad, no hay nada más importante que “vender”, alcanzar a las grandes masas para que consuman del producto ofertado; en este caso, la idea del combate a la corrupción y la eliminación de los privilegios.

Siguiendo la idea de Harari, en México existe un consenso social mayoritario acerca de eliminar la corrupción y los privilegios faraónicos de una élite política que saqueó al país por muchos años. La venta del avión, como símbolo sonaba bien. Pero la realidad rebasó al símbolo. El avión no se vendió, se realizó un sorteo más de la lotería nacional con cachitos con la imagen del avión. Los boletos no se vendieron en su totalidad, el gobierno gastó 500 millones de pesos para subsanar ese hueco, y por si fuera poco, según lo dicho por Jorge Mendoza Sánchez, Director de BANOBRAS, se han pagado 1.7 millones de dólares para que el avión quede resguardado en un hangar en California.

Otro dato brutal de cuando el símbolo no basta es al momento de reflexionar lo siguiente: si el gobierno federal hubiese etiquetado esos 500 millones de pesos en presupuesto para los 951 hospitales covid, estos tendrían cada uno 525 mil pesos para atender sus necesidades. Con la triangulación de dinero realizada, recibieron solo 360 mil pesos. ¿Por qué se realizó este procedimiento tan enredoso? La respuesta, tristemente la encontraremos está en el afán publicitario del Gobierno de la 4T, porque es más conveniente hablar del avión que de los 73,493 fallecidos en nuestro país al día de hoy, del decrecimiento económico, de la inseguridad nacional o de la represión en Delicias, Chihuahua. A veces, el político busca mezclar el símbolo con la propaganda, y es justo ahí cuando peligra la transparencia y la rendición de cuentas en nuestra democracia. Como dirían los académicos, en nuestra incipiente democracia.

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